Tríptico de León para piano


La fuente de inspiración geográfica es una de las líneas maestras del repertorio para teclado en general e ibérico en particular. Ya sea en las sonatas y fandangos barrocos, en las obras más famosas de Granados, Turina, Falla y Albéniz, o en las piezas de muchos de los compositores de los siglos XX y XXI, el piano ilustra de forma objetiva los elementos más característicos del paisaje e integra, a la vez, la visión personal de su autor, su impresión y sensaciones sobre ese lugar o sus recuerdos si lo ha conocido en persona.

El Tríptico de León de Javier Centeno (1973-), compuesto en 1997, se sitúa en esta misma línea en la que la escritura para piano refleja las sonoridades ligadas a unos espacios naturales y urbanos. Calle Ancha, Bernesga y La Catedral describen lugares emblemáticos de la ciudad de León, conocidos a nivel internacional por formar parte del Camino de Santiago y, en el caso de la Catedral, por ser uno de los edificios más representativos del gótico europeo y por albergar algunos de los manuscritos medievales musicales más importantes de la Cristiandad.

Más allá de la mirada admirativa que podrían inspirar a cualquier peregrino, turista, historiador o musicólogo, la Calle Ancha, el río Bernesga y la Catedral forman parte de la vida cotidiana de los que, como Javier Centeno, viven o han vivido en León. A la descripción objetiva se une pues la narración personal, construida sobre evocaciones y recuerdos.

Cada una de las piezas de este tríptico funciona por sí sola, pero, al igual que en las Tres Danzas argentinas de Alberto Ginastera, compuestas en 1937, se percibe una concepción global. En el caso del Tríptico de León responde tanto a la conexión entre los tres espacios (la Calle Ancha nos conduce hacia el Bernesga en dirección este y desemboca en la Catedral hacia el oeste) como al vínculo emocional del compositor con el conjunto histórico de la ciudad de León, testigo de vivencias y punto de referencia tanto personal como musical.